Que irritante resulta ver a uniformados apuntando sus armas contra la ciudadanía, como sí todos fuéramos objetivos latentes. Que irritante es verlos encapuchados, máscaras impunes que los indiferencian de los que supuestamente son los “verdaderos criminales”. Si alguien está interesado en ver la capacidad del crimen organizado, sólo es cuestión de ver pasar por la calle a estos intimidadores. Cada día, la libertad encuentra su límite, en los cañones de las ametralladoras.
Tras balacera caen sicarios
Hace 14 años
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