En primera instancia tenemos una sociedad mexicana educada en el disimulo y la irresponsabilidad, una sociedad machista y una sociedad autodestructiva. Cierto soy mexicana y no soy la primera en decirlo, tal vez llamar a las cosas por su nombre les suene a pesimismo, lo entiendo.
Si pensamos en esos factores y revisamos nuestra historia política, social y cultural podríamos mejor bajar la guardia y esperar lo peor. No obstante creo que muchos mexicanos, por lo menos los más, tenemos agallas e inteligencia para combatir esto.
El problema radica en que combatir a los facinerosos que se asocian para delinquir, es lo mismo que combatir a nuestro propio gobierno, nuestras costumbres y nuestro significado de vida como mexicanos.
No represento a ningún partido, no me importa hacerlo, pero seamos sinceros, con esta estructura política, social y cultural no podremos combatir la violencia.
Necesitamos pensar en una autentica revolución de ideas, hábitos, costumbres y contexto y ella debe ser guiada por la sociedad pensante, por la masa autònoma que podemos ser, contrario a lo que se nos diga.
Pensar en una ciudad incómoda es muy interesante y pensar en reconstruir una ciudad que incomode es aún más seductor.